22 de agosto

Pero a lo que iba era lo siguiente; luego de salir del cine, tenía claro hacia donde iba a dirigir mis pasos, al Teatro Municipal de Ñuñoa para ver a Angel Parra Trio gratis, en el marco del festival de jazz que organizaba esa comuna. En el camino, nos detuvimos en las afueras de un local (que arregla teles y tenía 5 sobre un mostrador con TVN transmitiendo el partido) a ver el último set del juego por las primeras medallas de oro para la patria y en medio de la calle, nos cayó esa linda noticia, por lo que el día iba perfecto. Ya en el teatro, primero se presentó la Big Band Jazz y cerró el festival, que había comenzado el viernes, Angel Parra. Estuvo muy genial (al menos fue Julián, que, cuando tocaron en mi colegio, no se había aparecido), pero el punto destacable es que gratuitamente me pude sentar en una cómoda butaca, en tercera fila, pude disfrutar de buena música, con buen sonido y en un ambiente muy agradable, por decirlo menos, y eso se agradece; se agradece el respeto, la calidad y el amor al arte.
Por lo que ese día se convirtió en uno de aquellos que son la tregua dentro de la rutina, de esos que pueden ser siempre, pero que no siempre están dispuestos a ser.
