Recuperando el... tiempo (?)
Al fin el tiempo me ha regalado minutos de libertad, tengo tardes libres y una idea fija de volver a mis antiguas andanzas del desquiciamiento mental, dentro de mis buenos propósitos, están, el darle libertad a mi lápiz para que cuando llegue el pájaro lo pueda capturar, inmortalizar y luego, echarlo a volar; quiero vivir y sentir la soledad, supongo que es un mal sustantivo, pero necesito el lindo tiempo de introspección para al menos lograr sacar adelante mi teoría a cerca de la forma geométrica del tiempo o, por último, tropezar con una nueva piedra que me permita conectarme con la jaula del pájaro y volver al añorado tiempo de la interpretación del personaje lingüísta-poeta-filosofo, que vuelva a sentir la contracción del corazón, siquiera, en las heridas provocadas por la caída.
Para comenzar, continué con uno de mis hobbies más preciados, usar mi tarjetita de socia del BiblioMetro y sacar un libro de algún argentino, uruguayo o ruso y, como para retomar el cuento quería algo genial, me traje a Cortázar con aquel capitulo in-dependiente de Rayuela; aunque con el tipo este, y después de haber pasado a través de tantas páginas suyas, todavía no logro esa complicidad que logré magníficamente con el tío Mario; no sé si será porque es virgo y le tengo profunda envidia (pero el tío Mario también es virgo!) o porque lo siento de otros (léase Eva) o porqueseyo, pero la cosa es que siento al señor J.C. ajeno, y si lo leo, él no me habla y yo no le hablo y se arma un silencio monótono e incómodo, pero el tipo es un genio y el silencio no me priva de leer su diario mientras él mira por la ventana.
Para comenzar, continué con uno de mis hobbies más preciados, usar mi tarjetita de socia del BiblioMetro y sacar un libro de algún argentino, uruguayo o ruso y, como para retomar el cuento quería algo genial, me traje a Cortázar con aquel capitulo in-dependiente de Rayuela; aunque con el tipo este, y después de haber pasado a través de tantas páginas suyas, todavía no logro esa complicidad que logré magníficamente con el tío Mario; no sé si será porque es virgo y le tengo profunda envidia (pero el tío Mario también es virgo!) o porque lo siento de otros (léase Eva) o porqueseyo, pero la cosa es que siento al señor J.C. ajeno, y si lo leo, él no me habla y yo no le hablo y se arma un silencio monótono e incómodo, pero el tipo es un genio y el silencio no me priva de leer su diario mientras él mira por la ventana.
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