octubre 25, 2005

Joder!

Sras. y sres., esto que ocurre es grave, gravísimo;

Primero, que mi vida se vuelve monotemática de nuevo

Segundo, que fuerzas extrañas me unan con mi objeto psicopático

Tercero, que el objeto me mire descaradamente,

Cuarto, que mis idealizaciones resulten reales,

Quinto, que los tiros salgan por la culata y que cuando se supone que voy a conocer al tipo antipático y engreído como me lo habían pintado, resulte ser todo lindo y buena onda

Sexto, que por eso mismo, al igualarse al estándar que le puse, ya no hay opción para olvido y me encanta aún más

Séptimo, en la clase que me hizo, le conteste una idiotez

Octavo, que haya rechazado su mail

Noveno, no sé como se reacciona ante esto,

Décimo, ya se acaban las clases.

Conclusión: estoy jodida…






Otra cosa, mañana con Edwards toca ver Cortázar, Undécimo, estoy ansiosa.

octubre 22, 2005

Conversando de Edwards

Esta semana no pude ir a la clase de Edwards, además, creo que reprobaré el ramo solo porque al profesor se le olvidará poner aprobado junto a mi nombre y porque no se me ocurre un lindo tema para el ensayo. A pesar de que no me siento muy cómoda en la clase (digamos que tengo por compañeros a la serie cuica e intelectualoide de la facultad), lo disfruto bastante, se nota que Jorge Edwards es un tipo que sabe contar, aunque provoque una envidia tremenda cuando habla de su tarde con Borges en su departamento en Buenos Aires o que se pasó dos semanas en España y algún otro país por ahí cerquita (de cuyo nombre no puedo acordarme) y que iba a cenar con Zapatero; a lo que uno responde, “oh, yo me tengo que levantar a las 7 y venir a la U!”.
Hace un tiempo nos contó una anécdota con José Donoso (su amigo “Pepe”); Jorge Edwards estaba de cumpleaños, lo invitaron a tomar algo a la cosa esa de Lafourcade, con ciertos escritores que a una le hacen leer en el colegio, en eso llegó Pepe y le dijo “Buenas pos hombre, feliz cumpleaños!” y que le había llevado un regalo, Donoso le pidió una mano y sin abrir la suya le entrego lo que llevaba, Edwards sintió que algo se movía en su mano y en una reacción espontánea la abrió y vio como el pequeño camarón se escabullía entre los pies de la gente, se armó un gran revuelo por el bendito camarón que había llevando Donoso de regalo.
No sé de que me habré perdido esta semana, lo más probable, de lo ocurrido entre España y Praga (me acordé!); me ahorré de cierta cuota de envidia, esta semana si que voy, para tener algo más de seguridad (si es que se puede) de que se acuerde de poner aprobado al lado de mi nombre (y me den los malditos 4 créditos!).

octubre 11, 2005

Mimetización


Tempore sigue pensando en cosas banales...
En todo el cuento (lease vida cotidiana), hay demasiadas cosas que no comprendo y de las que tampoco exijo explicación, pero lo que ahora sucede es una cuestión que raya en lo absurdo.

Cuando leo cosas astrológicas raras dice algo así como "personalidad influenciable con propensión a copiar gestos de la gente que le rodea" y sí, lo reconozco, muchas veces me he reconocido en esos actos; además, es cosa común que la gente cuando pasa demasiado tiempo junta agarra los gestos del otro y viceversa llegando a cierto grado de confusión de cual es el original y cual la "copia".

Sin embargo, a partir de la semana pasada, he caido en cuenta de la cantidad de veces que con el tipo del cuento (el objeto de mi vicio psicopático) hemos coincidido con la ropa, primero, los chalecos rojos, luego, los chalecos azulinos, luego, los chalecos blancos, el único día que no coincidimos fue cuando decidí concientemente ir de morado (no creo que el gil se vista de morado) y hoy, los chalecos verdes. De verdad esta es una situación que comienza a asustarme, no hay base para la mimetización (el psicopateo ni siquiera es bilateral), entonces "Exijo una explicación!", creo que definitivamente no quedará otra que cambiar mi closet y transformarlo en colores rosas, fucsias, morados y calipsos (tan de niña top, me dará alergia!) o matarme de la risa cada vez que nos encontremos temprano por la mañana en los pasillos; claramente, la segunda opción es lo más viable (la risa hace bien y la alergia pica), mientras siga buscando la explicación al menos.

Mientras tanto, Tempore, sigue pensando en cosas banales, pero mejora, ahora se rie a carcajadas...

octubre 05, 2005

Finalmente si conocía la vergüenza.

Se supone que debiese pensar en cosas importantes, en la propuesta que me hicieron, en las responsabilidades que eso trae, en cuanto me falta que leer de acto jurídico, en la traducción de Zimmermann, en las magistrales clases de Introducción al Derecho, en mis nudos en la espalda, en el viaje de mi mamá al sur; se supone que debiese sentir el silencio del camino a casa, pensar en mi conversión incipiente en lectora compulsiva, en el análisis del capitulo 9 de Rayuela, en qué es tener cara de estudiante de carrera humanista; pero no, hoy me bajé del colectivo y caminé a mi casa, mirando el suelo (y si miro el suelo es porque estoy tremendamente ensimismada) y sintiendo el frío y pensando banalidades o en LA banalidad, de que ande por la vida haciendo el ridículo por una imagen, de que en marzo haya encontrado guapo a un niño y que no sé porque vueltas de la vida lo siga encontrando guapo, y que me haya afianzado tanto en la Escuela, que se empieza a escapar mi esencia misma, y viene la enfermedad psicópata y resulta que regalo a Cortázar a un tío que ni conozco y me empiezo a suicidar socialmente y luego me dicen que no sé conquistar, pero resulta que no puedo conquistar a una imagen llena de idealizaciones mías y que tampoco tengo el coraje para conocerlo y este embrollo en la cabeza.

Creo que tendré que desear tener pruebas todas las semanas y así no dedicarme a hacer tanta tontera junta (al menos dejé de seguirlo, lo siento, no ser obvia no va conmigo).