mayo 27, 2007

Castañas

Que existan las co-incidencias hacen que la vida tenga un gustito bastante dulce, por eso las agradezco, como que le dan poetry a la life.

(no, no voy a hablar del encuentro con Niki en el forestal).

Y en mi mente de mercado, las agradezco aún más, porque, además, son rentables; el otro día, iba por el pasaje que llega hasta mi calle, enmimismada, mirando el suelo, cuando se me cruza un pensamiento que me dice “por qué caminas mirando el suelo?” y levante la vista para contestarme que porque rayos caminaba mirando el suelo, pero como para pensar es necesario caminar mirando el suelo, bajé la vista de nuevo, cuando vi un rollito de papel verdoso tirado en el suelo, lo tomé y me lo eché al bolsillo (igual me daba vergüenza porque habían varios vecinos alrededor y no podía ser que yo viera el rollito y ellos no), llegué a mi casa y resulta que el regalo del día habían sido dos lucas.

No creo que deba ser explícita para decir que la incidencia A fue bajar la vista la segunda vez y incidencia B fue ver el rollito verdoso.

(o, la incidencia A fue ir a eso de las 12.45 caminando por el forestal, con el antecedente de que una amiga que me iba a acompañar no aparecía nunca, no sé con que antecedente, y que si hubiese aparecido antes, hubiese andado a eso de las 12.30 por el forestal... conditio sine qua non..., la incidencia B fue que Niki anduviera a eso de las 12.45 por el forestal).

Han cachado que con las castañas pasa lo del comercial de la tritón?, no puedo comer sólo una.

mayo 20, 2007

La tierra tira.

Últimamente he sido presa fácil, más de lo normal, de la nostalgia; pero no de gente ni de circunstancias, ni de proyectos frustrados, porque eso implica pensar y para pensar hay que tener tiempo; sino que de paisajes, de prender la tele y pasar por canales como canal trece cable y encontrarme con esos programas de deportes extremos en la playa o en los ríos, o al sur de mundo o ese programita que era tan bueno y que el torbellino de la “televisión moderna” se llevó, hablo de ‘visiones’; o de meterme a los archivos con fotos y encontrarme con imágenes del sur y del verano y de poder dormir y leer y hacer body y salir y sin tener que responder al lunes siguiente con gente que le pide a una que responda o con pruebas que le exigen a una andar un poco más alerta de lo que naturalmente anda.

Hoy vi play (me tiré la mañana entre dormir y ver play, porque estoy aburrida de no poder hacer lo que quiero hacer) y la Carmen (creo que así se llama la protagonista) le decía a su pinche que toda la gente que decía que el sur era genial era gente que iba un fin de semana y se venía, pero que era distinto pasar encerrado todo un invierno, con frío y esperando que pase la lluvia. Créame que sonaba tan idílico (quizá porque ando con depresión endémica), a pesar de que es lo mismo que me dice mi papá cuando le digo que me quiero ir a vivir a Conce, pero al campo, así como a Hualpén o Santa Juana.

El punto es que estoy agotada, como dije, aburrida de no poder dormir, ni pasar una tarde escuchando música, sin poder juntarme con mis amigos, ni terminar de leer a Kundera, porque está civil o laboral o procesal o comercial o civil de nuevo (que, menos mal, me gusta, aunque sea lo único que me gusta) que no me deja dividir el átomo y me vienen los recuerdos y esa cosa rara que se instala en la garganta cuando me veo encerrada y recuerdo que existe tanto mundo allá afuera... y no necesito tanto mundo, sino que irme un par de kilómetros y sentir frío con una salamandra o una cocina a leña al lado y encerrarme a esperar que pase la lluvia.



Tarde de Febrero de 2006.
Punta de Lava Pies, VIII región.
(que me recuerda a Curanilahue de 2007, cuec!, ya van 6 meses)

mayo 09, 2007

Cosas de Caracoles

Quien diría que la crema de caracol iba a cooperar para ir borrando, de a poquitito, las heridas que me voy haciendo todos los días en la cara.


(Funciona como el bálsamo, así como los recuerdos)

(Que tay escribiendo como grande, viste, no te desviaste del camino...)

mayo 07, 2007

Tiro por la culata

autosuicidio y que no valga la redundancia.

Ya es ley eso de que si uno es ególatra, necesariamente, es inseguro (por el cuento de al necesidad de los aplausos y esas cosas que hace rato hemos discutido), o sea, uno solo ha querido salirse de la norma y ni siquiera lo conocí yo.

Entonces, hice presa de mi inseguridad para crear mi nueva estrategia para no ilusionarme y llorar los dos días siguientes desde que dejo de ver a G.

La estrategia consiste en que, cuando G me mira (o sea, nuestra relación no ha pasado de ahí, a lo más que uno a otro saludos cuando TENEMOS QUE saludarnos) y yo lo miro y el cielo se despeja y los pajaritos cantan y la luna se levanta porque sé cosas que preferiría no saber (definitivamente, quien nada sabe, nada teme) y precisamente es esa información la que hace llover cuando nuestra relación no deja de pasar más allá del te miro y me miras y nos miramos y corremos la mirada y sonreímos y (muy) de vez en cuando nos saludamos que me enojo y lloro los dos días siguientes desde que lo dejo de ver. Entonces, la última vez que lo vi, antes de verlo me dije “piensa que no te está mirando a ti, sino que a alguna cosa fea que llevas o que caminas a lo malevo, que eras chueca y que te mueves con un aire compadrón” y, entonces, la última vez que lo vi pensé eso y nos miramos y me aburrí de mirarlo y luego, a la salida (como nunca salió después que yo, así que le quedó la responsabilidad de saludarme), salió y lo vi y me vio y miré a mi hermana y me arranque (porque si me miraba de cerca veía la enorme espinilla que tengo en mi pómulo izquierdo), además, cuando pasé por fuera en el auto, estaba con mi competencia y entonces, más asumí que todo era puras cosas mías. Pero fue genial, porque en la semana, ni me acordé de él (o sea, un poquito menos) y hoy no lo busqué desesperadamente, sólo caché que no fue no más y lo asumí.

El problema es que me creí tanto el papel (o sea, si no soy capaz de convencerme a mi misma, como voy a convencer a los jueces), sumado a la propensión “natural” de la inseguridad, que el viernes fui al carrete de un amigo y había un tipo guapo, bien guapo (o sea, guapo según mis parámetros, que no son... como decirlo, muy confiables) y, generalmente, en los carretes me pongo canchera y saco a bailar o le digo a una amiga que le diga que quiero bailar con él y aunque una amiga trató de hacerme acercar a él (onda, “ya les hablé, vamos” o “a Daniel le gusta bailar esta música”) me acordé de la espinilla gigante que llevo en el pómulo izquierdo y me funé el resto de la noche.

Creo que al final de cuentas, no salió tan buena mi genial estrategia.

mayo 02, 2007

Y... otro día (más)

Son las 9.10 de la mañana y estoy en la biblioteca de la Escuela porque entraba a las 8.30 y vengo recién llegando. Transantiago, para variar, no funcionó.
Como me quedé dormida, no me apuré en salir antes de las 8, porque si uno no toma la micro (perdón, el bus) de las 7.30 se jodió y tiene que esperar la de las 8 (porque entremedio pasa toda lleno); así que tomé desayuno rápidito (de hecho, casi me ahogo con las estrellitas) y le grité chao a mi mamá para poder salir a las 7.50 de mi casa cosa de estar a las 7.55 en el paradero. Iba llegando a la esquina cuando pasó la mic.. el bus y dije "debe ser el primero" (a las 8 pasan tres seguidos), cuando llegué al paradero, me di cuenta que ese no había parado por la cantidad de gente que había, a los 3 minutos pasó el segundo, lleno, a los 3 minutos el tercero, lleno; en el intertanto pasó la i 14, llena, luego otra, llena y Lo Errazuriz quedó desierto de buses (creo que llegué más temprano al paradero, porque ya estaba media aburrida y miré la hora y eran las 7.57 y ya no pasaba nada... pero nada de nada).
8.10 se digna a aparecer otro bus, lleno, y se desierta de nuevo hasta las 8.20; 8.20 señores!!!!!, se da usted cuenta de todo lo que pude haber hecho en ese tiempo?, pude dormir, pude darle un beso a mi mamá, pude haber tomado desayuno como la gente (pero, qué, ya dudo que seamos gente, eso queda para otros, no para los usuarios del Transantiago).
Obviamente me fui como sardina en conserva (pero, al menos, tomé el bus y eso me debe llenar de felicidad) para llegar a Las Rejas, irme en la pisadera del clon (porque ya no ando en metro) y que, además, tocarme la mala pata (nótese que recién considero como variable a la suerte) de que el chofer hacía mierda la caja de cambios, pero no pasaba de 40.
Y pensaba, que me apuesto los gueonesconchusumadre van a volver a votar concertación en tres años (porque la hicieron de oro, en tres años, Dios mediante y por favor!!!, se supone que esto debiese estar funcionando y la memoria del ciudadano de a pie... literalmente, es tan frágil); y pensaba, si existiera un candidato serio fuera de la concertación..., pero concluía con el ejemplo de la Universidad de Chile: el año pasado hubo cambio de rectoría; iban Las Heras y Pérez, además de Riveros de candidatos, yo sólo conocía Las Heras (y a Riveros, obvio) y me daba lo mismo si salía él o Pérez, lo único que no quería era que ganara Riveros (de nuevo) y ganó Pérez y estoy contenta con que en mi tiempo de pregrado haya existido alternancia; se ve una U más fresca.
Ahora me voy a mi segunda clase... esta gente sabrá lo que vale (monetariamente) una clase para que me mande el puto bus a las 8.20 de la mañana y me demore en llegar 1 hora 10 cuando, lo normal son 40 minutos (porque, después de cuentas, todo se reduce a un asunto de plata).