Tillas Nuevas
Hace como un mes que empecé a transmitir con que quería comprarme zapatillas, se supone que iba a ser una tarea simple porque ya las tenía previamente vistas y era cosa de ir y pedir que me pasaran esas zapatillas Adidas café con las franjas amarillas; pero me demoré tanto en hacerme el ánimo de ir al mall a ver las tillas que, en el intertanto, me fije en los pies de la gente y aparecieron ante mi un sinnúmero de opciones, lo que hizo de esta decisión una ardua tarea.
Caminé por varios lugares en busca de zapatillas (temiendo que mi familia se cansara de mi regodeo) y no me decidía si quería con velcro (como unas puma que tenían un problema estético en la punta), si quería que fueran blancas (como unas north star, con el mismo problema anterior), si quería que fueran negras (como unas nike, pero ya tenía negras) o que fuesen las Adidas que busqué en el inicio (pero que cuando las fui a ver, no existían en mi número).
Como no me gustan los pies, los zapatos se convierten en una especie de fetiche, por lo que salir en busca de un par, siempre ha sido una tarea compleja (a lo que se suma el tamaño de mi pie) y ya, luego de recorrer el Alto la última vez, ya veía que mi papá se retractaba de la oferta y ya no habían zapatillas nuevas. Así fue como, el sábado pasado, luego de ir a verlo al hospital, con mi hermana nos auto invitamos a almorzar al Parque Arauco (con la excusa de comprarle un regalo a mi papi) y fue que, ya nos íbamos de Fallabela, con la idea de ‘no!!!, tampoco encontré zapatillas acá’, cuando las vi... mis nuevas zapatillas de jardín. Y son de jardín, así, tal cual, porque son iguales a las que usaba en la tierna infancia (blancas, con puntitos y DIADORA!!!).
Luego de más de un mes de búsqueda, tengo zapatillas de Kinder, en mis pies bastante más grandes que en ese tiempo (blancas, con puntitos y DIADORA!!!).
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