Conversando de Edwards
Esta semana no pude ir a la clase de Edwards, además, creo que reprobaré el ramo solo porque al profesor se le olvidará poner aprobado junto a mi nombre y porque no se me ocurre un lindo tema para el ensayo. A pesar de que no me siento muy cómoda en la clase (digamos que tengo por compañeros a la serie cuica e intelectualoide de la facultad), lo disfruto bastante, se nota que Jorge Edwards es un tipo que sabe contar, aunque provoque una envidia tremenda cuando habla de su tarde con Borges en su departamento en Buenos Aires o que se pasó dos semanas en España y algún otro país por ahí cerquita (de cuyo nombre no puedo acordarme) y que iba a cenar con Zapatero; a lo que uno responde, “oh, yo me tengo que levantar a las 7 y venir a la U!”.
Hace un tiempo nos contó una anécdota con José Donoso (su amigo “Pepe”); Jorge Edwards estaba de cumpleaños, lo invitaron a tomar algo a la cosa esa de Lafourcade, con ciertos escritores que a una le hacen leer en el colegio, en eso llegó Pepe y le dijo “Buenas pos hombre, feliz cumpleaños!” y que le había llevado un regalo, Donoso le pidió una mano y sin abrir la suya le entrego lo que llevaba, Edwards sintió que algo se movía en su mano y en una reacción espontánea la abrió y vio como el pequeño camarón se escabullía entre los pies de la gente, se armó un gran revuelo por el bendito camarón que había llevando Donoso de regalo.
No sé de que me habré perdido esta semana, lo más probable, de lo ocurrido entre España y Praga (me acordé!); me ahorré de cierta cuota de envidia, esta semana si que voy, para tener algo más de seguridad (si es que se puede) de que se acuerde de poner aprobado al lado de mi nombre (y me den los malditos 4 créditos!).
Hace un tiempo nos contó una anécdota con José Donoso (su amigo “Pepe”); Jorge Edwards estaba de cumpleaños, lo invitaron a tomar algo a la cosa esa de Lafourcade, con ciertos escritores que a una le hacen leer en el colegio, en eso llegó Pepe y le dijo “Buenas pos hombre, feliz cumpleaños!” y que le había llevado un regalo, Donoso le pidió una mano y sin abrir la suya le entrego lo que llevaba, Edwards sintió que algo se movía en su mano y en una reacción espontánea la abrió y vio como el pequeño camarón se escabullía entre los pies de la gente, se armó un gran revuelo por el bendito camarón que había llevando Donoso de regalo.
No sé de que me habré perdido esta semana, lo más probable, de lo ocurrido entre España y Praga (me acordé!); me ahorré de cierta cuota de envidia, esta semana si que voy, para tener algo más de seguridad (si es que se puede) de que se acuerde de poner aprobado al lado de mi nombre (y me den los malditos 4 créditos!).
1 Comments:
hola
ooo la sana envidia...
saludos
chao
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