Duda, dudita, dudosa

Hace harto tiempo comentaba con una amiga una pregunta que me venía y vengo (son esas preguntas que siempre quedan en el barbecho) respecto de... qué es primero, el huevo o la gallina... digamos que esa respuesta es más fácil (porque es obvio que el huevo) que acomodar la carga sobre la marcha preguntándome si el tipo de hombre que me atrae es porque el primero que me atrajo tenía esas características o, el primero que me atrajo fue por qué simplemente tenía las características que me atraían.
Ya es frase patentada que me gustan los tipos grandes, robustos y vigorosos (y pelados) y durante un tiempo pensé... todo es culpa de Coke, sin embargo, en una tarde meditativa, de esas en que uno se dedica a dividir el átomo (que buena frase de ‘Los Puentes de Madison’) me di cuenta que, claro, hormonalmente Coke fue el primero que me produjo mariposas en la guata, pero no fue el primero del que estuve enamoramientada o algo por el estilo.
Cuando era chiquitita, digamos que de unos 7 u 8 años, en el sur, en la casa de mi abuela, que es una hostal y antes atendía a los buses que llegaban a Lebu, conocí al Claudio (de cuyo apellido no puedo acordarme) y me recuerdo que era tan agradable a mi vista (de niña de 7 años) que no podía dejar de mirarlo (ahora veo a Jason Patrick y le encuentro un parecido), también me acuerdo que llegó sin que lo esperaran y por eso tuvieron que prepararle algo rápido, bistec con papas fritas, las que me comí casi todas yo. La cosa es que ‘mi socio’ como nos tratamos después, tenía que llegar a la casa de mi abuela y como en mi familia todos son (o eran) pacos o choferes de buses se formó una buena amistad con él y era a tal punto la confianza (o la negligencia de mis papás, como lo veo ahora y me sorprendo) que hasta me dejaban ir a dormir con él cuando viajábamos a Santiago (no piense mal, nunca me hicieron nada raro).
El punto es que el Claudio era alto, robusto, vigoroso y... pelado, de unos 30 años, moreno y que una mañana le dijo que mi abuela que había batallado toda la noche con una pulga y la había vencido y me pareció de una genialidad que hasta hoy recuerdo y miro con ternura.
Entonces, que fue primero... el huevo o la gallina?.