marzo 10, 2007

The Holiday


Una semana y tanto en santiago, con una semana de clases y extrañando, como nunca, el tiempo que se quedó en enero y febrero.

Resulta que fueron unas vacaciones complicadas, en el sentido de tener a mis abuelos enfermos, pero uno se adapta y decide descansar y pasarlo bien de todos modos y es que lo único que le faltó a mis vacaciones fueron los trabajos voluntarios. Salí con mis nuevos amigos, porque luego de dos años conociéndonos uno ya cacha que son amigos amigos; lograr hacer body donde de chica siempre quise, y correr olas grandes y ver el piso (de la ola) ver y con el mar cooperando, me dejó en éxtasis; carreterar en Lebu y en serio, lo que incluía conocer al tipo de Yumbel; estar en paz en el campo con estrellas fugaces y todo; encontrarme con el susodicho fuera del hábitat natural; pasarla tan bien, en resumen.

Cuando me salía del agua y miraba la playa desierta (literalmente, por eso me gusta tanto el sur) pensaba en ese paisaje y en la rutina que empezaba la semana siguiente; que fue volver a Santiago, con sistema de transporte nuevo; el primer acercamiento a Transantiago, sin tener idea de cómo volver a mi casa, fue cosa de conocer el sistema, de que mis vecinos de la Villa Francia protestaran y ahora me funciona casi bien, casi, dado que anoche se me ocurrió salir a bailar y, creyendo en el sistema, quise venirme en micro, pero no pasaba ni una cosa que me dejara relativamente cerca de mi casita, así que tomé aire, hundí la guata y me vine como sardina no más.

Así que, comienza el año, el 1º de enero en marzo, en tercer año, cuando me empiezan a enseñar derecho de verdad y queriendo huir, pero ya no... toy vieja.

Vean “The Holiday”, es terrible buena... buena para la gente que ve películas mamonas, claro.

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