Línea 4
Hoy llegué un tantito tarde a la casa, porque Cerrillos y La Florida no están cerca y venirme tarde y, además, ocurrírseme conocer la línea 4 del metro, son factores que no debiesen juntarse cuando uno anda con hambre, sueño y sin discman (aunque la gente moderna ahora usa reproductores de mp3 tamaño hormiga).
Y bien bella que salió la leserita, tan de película gringa, si solo me faltaba la boina (porque además le llevaba bufanda) o andar con depre; tan sui generis que es la estación Vicuña Mackenna, tan terminal de trenes y el metro en si, tan gringo, todo bello (no porque fuera gringo, sino porque me recordaba a comedia romántica y ve que yo soy Briget), estaba en mi enmimismamiento romanticoso, cuando miré al frente y vi que pasábamos por las ventanas de unos departamentos (y pobre gente, miles de personas pasando diariamente por sus casas) y que luego, súbitamente, en los sectores por ahí por Peñalolén, La Reina o Ñuñoa, el metro se metía bajo tierra y ya se me fueron mis voladas romanticosas a alguna parte y me sentí mal por haberlo encontrado bello. Después llegué a mi línea calentita y fui feliz.
Y llegué a mi casa y me llamó la Caro y es tan bello hablar con la Caro y es tan bacán que me recuerde que de verdad soy bacán y que no es puro autoconvencimiento y soy tan mala persona, porque no me gusta salir los sábados de mi casa, que ahora lloro.
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