agosto 29, 2005

Al paredón!

Siempre oí hablar del examen de grado de Derecho, que es una cuestión imposible, que una cosa es ser egresado (y por tanto está lleno de egresados) y otra titulado, que existe gente vieja que no se atreve a pasar por él, que hay otra gente que llega a estudiar años para él, en fin, una serie de mitos que se tejen en torno a ese instante solemne de la rendición del examen de grado, formal y público.

Hoy decidí salir de la duda y me fui a meter a uno, tres postulantes, cinco profesores, una mesa y una silla a parte, otra silla en frente de la mesa de los profesores y la famosa cajita con las bolitas.

Señor Abdala, y el señor Abdala se puso a hablar de derecho comercial, quien presidía la comisión le corta en medio de su exposición (ya me empezaba a espantar cuando me explicaron que eso siempre ocurría) y a la silla del centro se ha dicho.

Cada profesor preguntándole, el niño respondía, el niño titubeaba, el niño no sabía, pero se hacía que sabía (desde chicos vendiendo la poma’, me incluyo); luego el otro niño, lo mismo, al centro, el profesor que se reía de él; después el último, que partió bien, pero se cayó en procesal, el profesor le decía el comienzo de las respuestas (léase la primera sílaba), el señor que le dice “está nervioso o no sabe?”. Resultado, los tres aprobados, con una 4 cada uno (me habían advertido que eran re apretados).

Para variar, otra de esas instancias en que uno se juega un pedazo de vida, no basta la PSU, no basta un examen de un ramo anual, no, tiene que venir el lindo examen de grado, en que la gente se descresta estudiando, para que los últimos meses o el último año se vaya en media hora y peor aún, cuando ya se ha reprobado por segunda vez, a la tercera o lo pasa o lo sentimos mucho, si tiene el dinero saque el título en una privada o se dedica a procurar el resto de la vida y a la chuñia 5 o 6 años (todos sabemos que es más, pero para que suene menos espantoso). Mala cosa, que se tenga que pasar por ese instante en que los nervios tienen que ser de acero, en que no hay sentimentalismo que valga, en que no importa el mérito, en que da lo mismo si ud. es un genio o un flojo rematado, o sabe o no sabe y punto y en eso, se pasa el tiempo, pasan las oportunidades, pasa, tantas veces, la vida y sas, se acabó.

Después de todo, el examen de grado no es nada de otro mundo, aunque me dijeron que la comisión de hoy, era bastante benévola, así que seguirá existiendo el mito y el riesgo de que a la hora de uno, le toque ese profesor al que no se le entiende la pregunta o que su duda sea ¿cuántas veces aparece la palabra “animal” en el Código Civil?.