julio 08, 2005

re-greso

Y...., pasó harto tiempo, con bloggito aqui tirado, casi huérfano porque resulta que su madre se ha dedicado a "estudiar" y alegar porque ya nadie le postea y no tiene claro cuanta es la gente que la lee, pero resulta que hoy le llegó la revista "Punto Net" y recordó que en algún momento le gustó aquello de formar parte de la comunidad bloggera de este pedazo de mundo y, como ahora algo de tiempo le queda, quiso hacerle algún cariño a su pequeño.


Y como vuelve, comentando lo horrible que le pareció aquello ocurrido en la capital del país que últimamente a admirado bastante; cuando prendió el televisor por la mañana y se entera de aquello, le vino un estremecimiento algo extraño, no solo porque era Londres, sino porque ya comprende que el mundo no puede vivir tranquilo, porque siente alguna terrible sensación de lo que significa ser atacado en aquello de la cotidianeidad, en la rutina, la vida diaria de ir al trabajo, de dejar a la familia en casa y decir nos vemos al almuerzo o en la tarde; resulta que se pregunta "con qué derecho?", pero se contesta ella misma, con el derecho de que los mismos "civilizados" se vayan a meter a tierra ajena y a matar a inocentes en su propia cotidianeidad. Entonces le vienen los sentimientos encontrados, pero, a su vez, se dice, unos ciegos fanáticos, ante, ciegos poderosos, creyentes en que su verdad es la única y que la occidental es la mejor vida. Me acuerdo que uno de estos puntos fueron los que se defendieron en un comentario en clases para justificar la actuación de quienes matan en nombre de su Dios y de la venganza, sin embargo, son capaces de matar en su propio territorio, de ida y vuelta (la venganza es la mejor justificación), pero la venganza a quien, a los que manejan las ordenes?, a los , como dice Serrat, van a cagar a casa de otras gentes?.
La venganza es a quienes viven la vida común, a quienes dicen que no a la guerra, a quienes dijeron nos vemos a las seis, pero para quienes las seis no fue lo mismo, o para los que no pudieron ver que el reloj marcaba las cinco y treinta.