octubre 12, 2004

Divina Providencia

Hoy me ocurrió una de esas cosas que me hacen lamentar el hecho de que toda mi vida esté organizada desde Plaza Italia hacia abajo.

Toda la vida siendo alumna de la Ilustre Municipalidad de Santiago, llegue bastante tarde a conocer Providencia, aquella comuna en que cualquiera quisiera vivir (no son pocos a quienes he escuchado esta frase), cualquiera que no viva en el sector riente, obvio, quien cambiaría veredas anchas, lindo paisaje, aire bastante más limpio, gente linda, buena fama y buena plusvalía. De chica iba a jugar a la plaza donde hoy se emplaza el café literario (sitio por el que comencé a frecuentar dicha comuna y por el que me dolía tanto tener insignia amarilla y no celeste, para poder sacar algún título de aquella infinidad de libros) o crecí yendo al dentista (mi lindo dentista de ojos azules) para ponerme, sacarme, cambiarme o apretarme los frenillos. Con su centro propio y tan distinto al mío, con “vendedores ambulantes” con sus propios carritos, y con cosas realmente interesante que mostrar, con un mall que no se puede comparar al “Mall del Centro”, con lindos restaurantes, con gente linda y en bicicleta, linda arquitectura, lindos olores, lindos colores, así como es todo para allá.

Y como comenté hace un tiempo, las tardes me las pasaba en la biblioteca de Providencia sacándole chispas a mis ojos con el lejano anhelo de sacar 800 puntos en alguna prueba de la PSU (que ya tiene varios adjetivos asociados en una baño del preu, algo difíciles de reproducir); pero el gran problema de este lugar es que queda demasiado lejos, considerando el factor tiempo bastante imprescindible en cualquier ámbito, pero sobre todo en este, en que ya solo quedan 6 semanas para la el llanto o la gloria. En vista de es inconveniente, hoy salimos en busca de una biblioteca cerca del preu (ubicado en Brasil con Agustinas), y entonces recordé cuando entré en séptimo al liceo 1y le pedía a mi mami que me fuera a buscar información a la biblioteca del congreso (solo para mayores de 18 años, requisito que ya cumplo desde hace un año y un mes) y hoy fuimos (con la lógica de que toda biblioteca sirve para estudiar) y en la puerta me encuentro con un alguien conocido, le pregunto si podemos entrar a estudiar y me dice que no puedo entrar con papeles, ni libros ni nada mío, porque es una biblioteca de consulta, pero que cuando esté él, no hay problema (esto de los contactos que siempre sirven en la vida), luego de una larga charla y nuestra decepción, atisbamos la Facultad de Artes de la Chile y nos preguntamos que tal sería su biblioteca, y con el derecho que nos da la TUCH (la tarjetita de los estudiantes de la casa de Bello), 4° piso a la derecha, ahí estaba, toda pequeñita, pero bastante agradable (la biblioteca de medicina es realmente un lujo, comparándola con la de ciencias químicas y farmacéuticas, así se llama cierto?, o esta misma que acabamos de conocer), pero hay un problema, al ser tan pequeña, se vera inmediatamente, primero, por la pinta que no somos nada de ahí y segundo, nuestros papeles dicen “Preuniversitario Pedro de Valdivia”, mañana veremos que tal el trato, acepto cualquier sugerencia que quede, al menos, en la comuna de Santiago, o sino tendré que seguir aprovechándome de la divina Providencia.



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