¿Por qué cresta se ama a este pedazo de tierra?
Listo, paso el 19, el 18 y el 17 de chiripazo (en que se perdió un año de royalty, el feriado que no estaba a la altura del país), pasó el fin de semana largo que más duele que pase (no he dejado de ser estudiante y, por lo general, en diciembre estamos de vacaciones o con los nervios de punta esperando los resultados de la PAA o la PSU), pero supongo que es el fin de semana en que más se disfruta. Ya po’, se fue el 18, nos dejo con varios kilos de más, con un increíble dolor en el pecho (y ahora no tengo a oso para que me abrace y se me quite), con varios pedazos de pie dejados en innumerables patitas de cueca, con varios muertos (pero de eso es mejor no acordarse, aunque cuando las cosas tienen que pasar, que importa la fecha que sea) y sin Fernando Gallardo (el cáncer que nos vuelve a ganar).
Creo que disfruté este año más que nunca, de partida, con las clases de cueca ya vivía el ambiente dieciochero (esa palabra existe en otro idioma que no sea el chileno?) desde mediados de agosto (y como, para variar me empezó a gustar el profe, verlo de huaso, me hizo recordar viejos tiempos, por otra parte, por Dios que se disfruta bailar la cueca, ahora sabiendo, con un huaso que también sabe); después, disfrutar del 17 en uno de estos recintos municipales adornados para la ocasión, el Estadio Nacional estaba re lindo, el 18 de paseo y en un potrero encumbrando volatines (que me hace feliz ver mi cuadrado de papel allá en lo alto del cielo sin otro, con hilo curado, al acecho), comiendo carne a destajo y bailando cueca central, nortina y hasta chilota y en la noche, a una fonda de barrio, chuta la cosa huachaca, pero pasándola genial (por esa garantía que tenemos los de clases media, de pasarlo bien en ambos extremos y en todos los matices del centro) y hoy (lindo 19 de septiembre), comiendo los restos del asado y viendo la parada militar (hace tiempo no la veía completa, ya se me había olvidado el ritmo de “Los Viejos Estandartes”), aunque sigo disfrutando más de los desfiles provinciales, esos en que se viste con su mejor traje desde el niño de kinder hasta el alcalde y se pasean por un costado de la plaza de armas.
El jueves, creo, en canal 13 hicieron una encuesta en que preguntaban por qué nos gustaba Chile, como siempre, es más fácil contestar porque no nos gusta, que la educación, que la salud, que la justicia, o sea, la desigualdad social, que la extensa jornada laboral, que el fútbol, que la televisión, que las micros, que Argentina, que Estados Unidos, que el TAG, que los TLC, que el Royalty, que la centralización, que la comunicación, que tan al norte, que tan al sur, que el 4 de septiembre, que el 11 de septiembre, etc, etc; y me quede preguntado por las razones por las que amo esta tierra, y no sé, todavía estoy tratando de ordenar las causas, por la copia feliz del edén, porque tenemos este complejo insular, que detrás del individualismo aparece la hermandad, porque todavía somos un pueblo campechano, que disfrutamos de lo chileno (que tantas veces no está claro, pero está por ahí dando vueltas), esto de sentir que se pertenece a alguna parte, porque me gustan los huasos (y los hombres de por acá), por eso de mezclar el ingenio con el corazón, por la paz, porque se vive un presente tranquilo, por la historia en común, porque se ve un futuro, si no diáfano, gris clarito, porque somos un país adulto joven (disfrutamos del esfuerzo pasado y resguardamos el futuro), porque tenemos paisaje para regodear, o que se yo, porque es la tierra que me toco nacer, porque no conozco otra, pero la sangre tira, los recuerdos tiran, la tierra tira, y esta se disfruta, se defiende y se ama y porque etc etc etc etc etc………………………
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