Así da gusto.

Anoche fui al carrete que se suponía era de despedida porque se acababan estos 4 semestres de sufrimiento sin vida, en que se conjugaban seminarios (resolución de casos con jurisprudencia y doctrina incluídas) con controles de cerca de 100 a 150 páginas, por semana. Cierta parte de nosotros lo agradecía, pero a otra le preocupaba porque sabemos mucho derecho civil gracias a este sistema y como se nos acababa, primero, se abría la deriva y luego, tendríamos tanto tiempo que no sabriamos que hacer con él.

Sin embargo, el curso sigue, sigue la no vida, sigue el ñoñerismo en extremo y entonces, el carrete de anoche no fue tan de despedida (o quizá fue de graduación de mi ayudante que pasaba a ser profesor).

Y fue de esos carretes memorables, pero lo mejor de todo es que comí, bailé y tomé, por la módica suma de $120 pesos; y yo iba como con 15 lucas en los bolsillos, porque como le tengo trauma a manejar, soy la gente que carretea en taxi, así que tenía que considerar dicho medio (y dicho precio) dentro de mi presupuesto carretero. Y dado que mis "amigos" (ve que luego de los carretes todos somos amigos) se quedaban, yo también me quedé. Imagínese, que cuando tomé la micro en mi casa, venía sin validador y cuando llegué al metro, el torniquete escolar estaba malo, así que dejaban pasar sin pagar; ergo, sólo desenbolsé los $120 del pasaje escolar de ahora en la mañana.

Lo malo es que me pasó lo que me ha venido pasando este último tiempo, que conozco a tipos que no son mi tipo (léase grandes de altos con espalda ancha, alopecia prematura y medio barbones) y que a primera vista no me producen nada (aprendí a seleccionar), pero que luego los conozco y paf!, son tipos tan interesantes (me estoy poniendo media intelectualoide con mis gustos) que, pucha, anoche conocí otra faceta de mi otro ayudante y, rayos que me gustó ese tipo.