noviembre 05, 2005

Apolillándonos

Cuando llegué a la Escuela, luego del paso por la facultad de medicina, una de las cosas que me sorprendió fue la edad de algunos profesores, que cuando tosían parecía que se iban a desarmar y cuando pasaban, había que ir con la escoba detrás barriendo el polvo o que me contaban que al profesor Perico de los Palotes le había dado un ataque extraño en medio de la clase “y casi se nos muere”, de hecho, hay que tomar Latín Jurídico pronto porque son créditos fáciles y Christiny no es eterno (aunque lo parezca); luego vino acostumbrarse a las salas con las butacas del año del ñauca, que están sueltas y que si se mueve uno, mueve a la fila completa y que parece que si se hace un movimiento en falso uno va a terminar sentado en el piso, aunque he visto el porque han durado desde quizá cuando, al ver a un compañero de cómo cien kilos, se subía a uno de estos asientos que ocupó Edwards (que nos invitó a su casa para cerrar el curso), Lagos y tantos otros.
La Escuela es harto viejita, eso está claro (podría decir el año, pero se me olvida leer las letras que cuentan el cómo se construyó el edificio, replica exacta de medicina, bajo el decanato de Alessandri), pero que nos estén comiendo las polillas es una cuestión que asusta, en las clases de macroeconomía, el profesor ha luchado arduamente contra ellas, como cuando una nos distraía y la mitad de nosotras teníamos la cabeza tapada con los chalecos o cuando llegamos tarde y el profe nos esperaba con la puerta abierta sacándose la polilla que había pisado, “traté de que se fuera” nos dijo, el otro día miré al techo del hall y conté 24 y otra amiga me contó que sacando un libro de Borges de la biblioteca, había volado una de entre las páginas (ella, en ardua valentía, se resistió y no gritó, por estar en una zona de silencio).
Así que habrá que seguir conviviendo con esa extraña fauna, no solo un par de perros (ojo, que no hay palomas), sino que con un ataque masivo de polillas que tal vez no solo buscan las reliquias de nuestros profesores, sino que están tras de un acabado conocimiento jurídico (o Borgeniano, en el mejor de los casos).