Lugares Comunes
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Cuando me dicen que Santiago es feo, me cuesta un poquito asumirlo; será porque no vivo en los suburbios (pero casi) o porque suelo andar resignándome de las cosas que me presenta la vida y buscando como solucionar los cachitos en que me mete, es que he llegado a lugares extrañísimos y a lugares bellos (cuestiones, claramente, no excluyentes).
Así, de chica ya me gustaban los entornos bonitos, cuando me llevaban a pasear en bicicleta por los alrededores de la USACH (nunca noté que la Alameda estuviera tan cerca, porque el barrio era genial, ni siquiera me di cuenta de que vivía detrás – o delante – de una universidad, ahí en Ruiz Tagle con Ecuador) o iba a los juegos que estaban a la salida del metro ‘Salvador’; cuando tuve patitas me fui a conocer el Forestal y el San Borja, y cuando tuve compañeras, me fui a meter al Café Literario, al Abarzúa y al Utopía (quien diría que iba a llegar a tener mi segunda casa a tres pasos de lugares que me gustan tanto) o a caminar por Paris y Londres y todo el paseo Bulnes.
La semana pasada, tras reventarme leyendo en la Biblioteca de Providencia (en el segundo piso), bajé a relajarme leyendo revistitas, y sin querer queriendo me encontré con una reportaje a Cristián Warnken en donde contaba a cerca de su café literario que quedaba a un costado del Forestal; como esa semana fue mi semana introspectiva, me hice a la idea de salir en la búsqueda del café, pero, como con depre y todo, soy cómoda, preferí buscar la dirección en internet y ahí vino el sentirme el ser más gil del planeta, porque fue como saber que mi mejor amigo es mi un medio hermano o que el tipo con el que pololeo es con quien me voy a casar o que se yo, esas cosas trascendentales que uno no sabe que son trascendentales hasta que pasa algo y uno dice ‘brp’... así me ocurrió. Resulta que hace un par de años, caminando con la Caro, precisamente, por el barrio del forestal (buscando el café ‘El Hábito’), nos encontramos con uno bien bonito en la calle Mosqueto, en ese entonces (4to. medio) me quedé con el empacho y, a los años (un par), me fui a meter ahí y lo encontré genial (de hecho, la mayoría de mis encuentros los cito por allá) y resulta que ahora, buscando el famoso café literario ese, me topo con que se llama ‘Café Mosqueto’ y que queda en la calle del mismo nombre (me sentí ridícula y dije ‘con razón me gustaba tanto’); pero fue triste, me quedé sin el desafío de encontrar el café de Warnken, porque resulta que el café, el lindo café, me había encontrado a mi (independiente que cada vez que voy, aumento los riesgos de sufrir diabetes).
1 Comments:
Primer dia que me tengo un blog y me pongo a buscar a alguien chileno que tenga un blog y saliste tu. Estudiante de Derecho sin vocación encausando las ganas en un blog. Bueno, somos 2. tambien tengo blog, estoy en tercero y sufro de esas mismas ganas de trascender de cualquiera que levanta una de estas cosas. Saludos y mas saludos.
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