diciembre 20, 2008

treinta y tr3s horas...

Son las 1.3o am del domingo, llegué a mi casa hace cerca de una hora, pero el rubor de la adrenalina desapareció hace menos tiempo.


El Espectáculo.
Justificar a ambos lados
El miércoles, creo, me comuniqué con una amiga que de la nada me dijo, "te gustan los tres?", sí y harto, dije yo, por qué?, "ah, es que tengo entradas para el sábado". Me había enterado vía facebook que iban a replicar el treinta y tres horas bar en la plaza de armas, pero el tema del "gratis" me sonaba a aglomeración y masas de gente y mucho me gustaran, pero primero está mi aversión a las aglomeraciones oportunistas; aunque cuando mi amiga me comentó el tema de las entradas, dije rayos, pero no tenía ninguna intención de repetir el episodio Morricone (aunque por Morricone la vuelvo a hacer). Resumiendo, me regaló las entradas que le habían regalado a su pololo.

Invité a una amiga (la elección fue hecha según quien me demostrara más emoción cuando le ofrecía acompañarme) y como pasé el día de compras navideñas, llegué tarde; si bien no tuvimos la mejor ubicación del mundo, por mi culpa, se veía parte del escenario y parte de los bailarines, así que bien... o casi bien.

Creo haber asistido a varios espectaculos gratuitos y de harta harta calidad, los más notables creo que han sido el concierto de apertura del año en el treatro de la U (primera fila, realmente increible), angel parra en el teatro de ñuñoa, morricone y la javiera parra en lebu (con fernando julio que me tenía obnuvilada); también a Petinellis, si yo digo, los tres separados eran increiblemente accequibles (Álvaro y Titae a dos metros, cuándo ahora). Y la calidad del de hoy no tendría nada que envidiarle a Morricone sobre todo, salvo la gente, en verdad se merecían mil puteos, por la desubicación, desde que partió el show, hasta el final, no dejaban nunca de pasearse o de pararse en los pasillos y gente estúpida que no cacha que si se para en el pasillo no deja ver a la otra gente; si la entrada dice 9.30, no piense que a las 10 va a encontrar asiento y menos adelante, salvo, que gente más estúpida, se iba a las 10 y seguía el paseo y señor, el paseo ahumada está allá atrás, fuera de la cerca!!!. Terminó, y a penas los bailarines empezaron a dar reverencia, la gente se fue en masa... loco, quedate a aplaudirlo, cuánto pagaste por verlo!? o deja mirar a la gente que sí quiere aplaudirlos. Por suerte, para los que nos quedamos, hubo nuevo tema y como la gente estúpida de adelante se había ido, pudimos verlo de más cerca.

Terminó a las 11.


El Retorno.

Dejé a mi amiga en Compañía con Ahumada y yo me vine, ella iba a esperar a otra amiga y luego se iba en auto.
Caminé rápido por Ahumada, pero enmimismada pensado en lo bacán que suenan los tres en vivo, hasta que llegando a la Alamenda, estaban los ambulantes vendiendo lo "lanzado" durante el día, ahí me dio sustito y preferí pasar rápido y por la vereda contraria. Pero andaba harto paco, por el tema de la final del apertura.

Llegué al paradero y mil gente...

Las once igual es temprano y había calculado que a esa hora no iban a ser "tan" difícil llegar a mi casa; error. Pasaban micros a Pudahuel repletas, pero a cada rato; a Maipú, nada de nada. Después de unos 15 minutos pasó una, pero en el paradero anterior, apagó los letreros y siguió de largo... miraba la vereda del frente, la micro que yo quería pasaba tupido y parejo. Bonito, agradable, una niña le decía a su pololo "mira al frente... puta la wea, soy pobre". Claro, había imaginado que sería igual de simple que tomar micro en Kennedy a las 3 de la mañana, pero ahí fue simple porque iba del Arauco a Ñuñoa. Y la gente hacía parar taxis y los taxis iban llenos y los colectivos iban llenos y empezó a dolerme la guata.

Me fui al paradero anterior al que estaba y puteaba mi choreza de querer andar sola a altas horas de la noche sin poder tomar nada que me acercara un poquito a mi casa y pensaba en que pasaba la hora y que todavía tenía que llegar a Las Rejas y ahí esperar otra micro y eso si que me daba susto. Recuerdo que la última vez que vi la hora, eran las 11.30, ya, no ha pasado tanto tiempo, pensé, sólo estoy nerviosa porque no me puedo ir. Al rato después, de lejo,s leí una que decía "Maipú"... que pare, que pare, que pare, pensé. En la esquina empezó a señalizar y vamos, iba a parar, abrió todas las puertas y apuramos a la gente que se bajara y un vendedor ambulante decía, pero tranquilo' y me miró con ojos desafiantes, "bajese pueh" le dije, la otra gente fue menos amable; subimos un par de gentes y pa' la casa, ya estaba sobre la micro.

Iba "un poco" apretada, pero daba lo mismo. Iba escuchando como cantaban los hinchas de mi equipo, que, aún cuando sean de mi equipo, les tengo miedo y no era la única, porque iban como aislados, un círculo de gente al rededor de ellos. El micrero, tela, no era tan tela para pararle a la gente que se quería bajar y los chiflidos y las puteadas y mis amigos que seguían cantando.

Las Rejas, me bajé y había gente con sus hijos y las compras navideñas... ve que no era tan tarde (y yo que puteaba a Lagos y a Bachelet como ya se me había olvidado). 12.10, mi paradero, y la incertidumbre de si a esa hora pasaba la 101 todavía. Había algo de gente, así que no fue tan trágico como lo imaginé, a los 10 minutos venía una micro, que sea la 101, que sea la 101... detrás, la 107 y la 101 acercándose, genial, la hice!. Porque si bien mis vecinos, no los del lado sino que los que están detrás de los de al frente, no son muy de fiar, es mi barrio y como voy a tener miedo de caminar por mi barrio (veamos si ando igual de chora, en invierno, a las 9.30 de la noche, por el pasaje en que asaltan a la gente).

A las 12.40 estaba en mi casa. Más me demoré en llegar a la casa que en lo que duró el espectáculo. No la vuelvo a hacer más, nunca más.