febrero 26, 2005

Welcome to me

Y ya está, de vuelta en la ciudad, se acaban las vacaciones y comienza el año 2005 (feliz año nuevo!).
Hacia rato no estaba tan nostálgica, las vacaciones se me fueron entre los dedos, ayer era 1° de enero y ya el miércoles a clases se ha dicho; ya no está ese hormigueo preguntándose de que se tratará la cosa de universidad, tampoco le tiene ganas y sabe que ahora ya no es el jueguito de salvar los ramos de un semestre y ver como es el cuento, si no que hay que sacar una carrera, ahora se encontrará con rostros conocidos, pero no con cumpas de toda la vida, entonces, parece que la falta de ánimo se debe a que está muerta de susto, porque ni siquiera intuye de que se trata el estudio del derecho.
Pero volviendo al cuento de las vacaciones, resulta que la niña llega toda a mal traer, porque se le ocurre pasar la noche en vela celebrando el cumpleaños número 15 de su prima, y con sus 19, era la invitada más vieja, más el viaje y el cargue y descargue de todos los cachivaches que se llevan. Además calcula que tiene más de 50 picadas de pulga, hormigas y zancudos, por la idea de ponerse a jugar con los gatos y de estar en el campo hasta altas horas de la noche, así que, con su linda alergia a cualquier picadura, los anti histamínicos se han vuelto en sus mejores aliados.
A pesar de eso, siente que no hizo nada, de paso se le muere el ratón, así que la casa, ahora, se siente extraña.
Se llevó 3 libros iniciados, no terminó ninguno; se llevó un bordado de punto cruz, no avanzo ni la mitad; llevó las zapatillas de básquetbol, no tomó ni una pelota (apenas salió a hacer ejercicio en bicicleta una sola mañana), llevó un bolso lleno, se puso la mitad de lo que iba adentro. Llevó carpa nueva, no acampó ni un día.
Entonces se pregunta que tanto hizo y piensa y trata de reconstruir momentos memorables, aprendió a remar, se tiro en body desde un muelle de unos 5 o 6 metros de altura (aunque cuando llegó a las olas, después de lograr atravesar la corriente, le bajo el miedo y el frío y todo, así que no pudo hacer nada; corrió 2 olas, olitas en realidad, durante los 3 meses de vacaciones), conoció la casa de Don Francisco en la Laguna Avendaño en Quillón, conoció a un pensionista lindo en la casa de su abuela (Marcelo, constructor civil, oriundo de Chillán), carreteó con sus primos mayores (los 2 que vienen después de ella), vio Bridget Jones en Concepción en el día de los enamorados (eso fue deprimente, porque andaba sola), ideó la alfombra enjabonada (copiada de un programa argentino, "5ta. a fondo") y se descrestó tantas veces que anduvo con las costillas en la mano por casi una semana, se bañó en las piscinas del campo de su abuelo (que, desde los 3 años que las instalaron, nunca se había metido en ellas). Además de las visitas a la iglesia y a la familia para oír las exclamaciones de "oh, que está grande esta niña", "uy, que está gorda", "y que está haciendo?", "ah, derecho, pero eso ni se parece a medicina, pero te gusta?" (como no miente respondía que no, entonces venían más preguntas y ella sin poder argumentar nada)
Y eso, hizo tan poco y no terminó de hacer nada de lo que había pensado, pero ya está, así funciona el tiempo, siempre para adelante, está en la civilización nuevamente, con sus amigos a un toque de teléfono, con cine, con pizza, con comida china, con metro, con micros, con alameda, con asaltantes, con necesidad de plata, con agua mala, con aire malo, pero está en su casa, con su perro y lejos de bichos raros que les guste su sangre (se la hicieron chupete).