abril 27, 2009

Viaje... pintoresco!

Cuando me vengo de la guay tengo dos opciones para llegar a mi casa... la primera, es la típica, cotidiana, del metro más la micro en Las Rejas; la segunda, esperar en San Martín la 509 que me deja un poco más lejos, pero me ahorro las largas esperas de los trasbordos (y abrazar a harta gente).

Entonces, mi estudio de costos se basa en el tiempo, en la comodidad y en la continuidad del trayecto, o sea, básicamente, elijo la segunda opción porque puedo leer harto.

Así lo hice hoy también (cabe indicar que este calculo solo es aplicable en horarios valle... en la hora punta, en el viaje de rutina, las esperas son menores y los tacos, mayores), me senté al rincón de los últimos asientos, donde el bolso de gimnasio se va cómodo y seguro y me instale a leer el libro del post anterior y que debo devolver mañana.

Feliz iba hasta que se subió un amigo flaite y la historia de Paul y el Oso se musicalizó con reaggeton; avanzado el trayecto, me acostumbré a los bajos y no me desconcentró.

Pero arremetió la niña hueca... toda la micro se enteró que tenía una amiga, que ella (la hueca) mucho la querrá, pero hay cosas que no se aguantan, o sea, es toda una mujer como para tener que aguantarle esas pataletas, así que ella (la hueca), espera a que se le pase y ahí vuelve a hablarle. OST... el reaggeton del tipo de los asientos del frente.

Pero a falta del reaggetonero, bueno es el tipo que iba detrás mio y es que la canción que iba escuchando era tan buena, que quiso emular a kem li con una voz y un inglés espantoso (y eso que no sé inglés... como sería de espantoso para decir que era espantoso); después le sonó el celular y todos nos enteramos que tenía que guardar un secreto, que nadie sabía como él había sabido... le iba a decir que sé no más, pero este secreto va a tener un costo... ya sabí cual es.

Mi lectura no fue fructifera y desistí de insisir, aun cuando las elucubraciones de Paul y de Kundera eran re bonitas... como guinda de la torta, me bajé de la micro y en mis pantalones había un linda macha de chocolate de mustang que se comió la señora que venía a mi lado.

Un viaje notable, pintoresco, bien shileno.